El alemán Michael compró unos bitcoins en 2013 y los guardó en una cartera digital con una contraseña.
Usó para crearla un generador de contraseñas llamado Roboform y la guardó en un archivo cifrado de texto.
Poco después aquel archivo con la contraseña se corrompió y la perdió para siempre: “En aquel momento pensé ok, mierda, unos dos mil euros...
bueno, te enfadas sin más”, dice Michael, que usa un nombre ficticio para proteger su identidad.
Pero con los años.
el precio de bitcoin empezó a subir. En 2024 su cartera tenía un valor de unos 3 millones de euros. “Tengo esta fortuna, puedo verla, pero no puedo usarla porque no tengo la contraseña”, decía..